02Jul

El pasado 17 de junio tuvo lugar la presentación de mi novela Lágrimas de Sangre en la Casa de Castilla y la Mancha, en pleno centro de Madrid.

Fue un día emotivo porque no solo invité a muchos amigos, compañeros y familiares que me apoyaron ese día y que se llevaron un ejemplar de mi libro, sino porque iba a presentar una novela que escribí hace más de 20 años.

Se puede decir que esta historia es la primera, mi primogénita y, como tal, estoy muy orgullosa de ella. Fue la que abrió la veda a mi afición como escritora y la que me demostró que era capaz de escribir historias de ficción llenas de sentimientos y con unos personajes muy de carne y hueso. Con ella me estrené y con ella descubrí mi amor por la escritura. Por eso, no solo es mi favorita, también es mi prueba de fuego de que podía inventarme historias, personajes y darles forma y vida.

Cierto es que estaba muy inmadura cuando la escribí y cuando decidí darle una oportunidad y sacarla a la luz, para que la vieran, tuve que reescribirla -ya con la experiencia de haber escrito otras historias, posteriores a ella, y mucho más maduras-  y darle ese toque que doy a todos mis escritos.

La verdad es que no pensaba publicarla tan rápido. De hecho, la había presentado a varios concursos en espera de que gustara a algún jurado, aunque no fue el caso, y había decidido reservarla para ese fin; pero el ver en mi Instagram la cantidad de editoriales que buscaban novelas de escritores noveles, me animó a mandarla a unas cuantas. Fueron varias las que se interesaron: una que era de autoedición -experiencia que ya había tenido con mi primera novela publicada y no me había gustado nada-, y dos que «supuestamente» son editoriales tradicionales y se encargan de todo. Digo «supuestamente» entre comillas porque para que la pongan en físico en estanterías de grandes librerías como FNAC, Casa del Libro o El Corte Inglés, debes de hacer una preventa mínima. Y ahí es donde entra mi agradecimiento a todos mis amigos, familiares y compañeros que me apoyaron porque gracias a ellos logré alcanzar ese mínimo para que mi libro en papel esté al lado de los más conocidos y famosos.

La verdad es que el mundo de las editoriales es todo un mundo, valga la redundancia, porque hay de diferentes tipos y formas. Unas te lo hacen todo, otras lo haces tú todo y en otras es a un 50% cada uno. Lo único en lo que se parecen es en la regadías. Ahí todas están de acuerdo y, prácticamente, te da igual la editorial «TAL» que «PASCUAL». Dejadme deciros que si pensáis que un escritor con vender mil obras ya se reembolsa un pastizal y si vende cien mil ya puede comprarse una isla, no sabéis lo equivocados que estáis. En verdad es tan irrisoria la regalía que te dan por libro que necesitas vender cientos de miles para embolsarte ese pastizal y millones y millones para llegar a la isla y, claro, cuando eres un escritor novel como yo, que apenas te conoce gente, mucha suerte tienes que tener para que llegues a ese volumen de ventas.

En fin, os animo que leáis mucho, mucho, mucho, y, sobre todo, que deis una oportunidad a los escritores noveles a que os demuestren su valía.

Y para terminar, os dejo aquí el enlace de la entrevista que me han hecho de la editorial para que me conozcáis un poquito más.

http://ediciones-atlantis.blogspot.com/2023/06/alicia-trejo-por-un-lado-hay-una-bonita.html

 

28May

Reflexiones sobre los niños y adolescentes de ahora.

Este fin de semana me sobresalté, el viernes por la noche, con la noticia de que un niño de mi barrio, de 15 años, había muerto electrocutado por una catenaria. 

Según me contó mi hijo, el niño con un grupo de amigos se había colado en la terminal ferroviaria de ADIF, que hay en nuestro barrio, y que tras subirse al techo de un tren tocó la catenaria, muriendo en el acto.

Hasta aquí podría ser solo una desafortunada desgracia de un chaval de 15 años que está de juegos con sus amigos y se cuelan en un recinto para hacer la broma. Lo malo es cuando te llega información que cuenta que el chico antes de tocar el cable, fue avisado por sus amigos e incluso su novia y aun así, no hizo ni caso, llevándole con esa actitud a la muerte.

Yo no sé si será cierto eso o como dicen algunas noticias, tocó la catenaria porque se desequilibró y, por instinto para no caerse del techo, se agarró al cable. No sé cuál es la verdad absoluta, solo los que estuvieron allí, es decir, sus amigos, saben realmente lo que pasó. Lo que sí sé es que cómo es posible que un niño de 15 años pueda estar a las diez y media de la noche haciendo el loco por la calle.

Soy una mujer de mediana edad que a los 15 años estaba a las nueve de la noche en mi casa y sé que los tiempos han cambiado y al igual que tienen relaciones sexuales cada vez más jóvenes, también empiezan a beber antes e incluso salen hasta más tarde que en mi época; pero se nos olvida que tanto en mi adolescencia como en la de mi hijo, todos tenemos algo en común y es que no somos lo suficientemente maduros como para poder hacer lo que nos dé la gana sin tener la guía o, simplemente, el control de nuestros padres.

Soy maestra y tengo alumnos de 10-11 años, y cada año que paso de 5º a 6º veo un cambio abismal entre una y otra generación. El comportamiento de mis alumnos del curso pasado, nacidos en 2010, era más inocente que el que tienen mis alumnos actuales, nacidos en el 2012. Eso me da a entender que cada vez llegan a la preadolescencia antes y yo me pregunto ¿por que?

¿Será por todo lo que tienen a su alcance desde que son muy pequeños y con ello me refiero a todos los medios digitales y toda la información que tienen con un solo clic? ¿Será porque se les da todo y, por tanto, no saben valorar absolutamente nada, ni siquiera la vida? ¿Será porque los metemos en una burbuja cuando son pequeños, pero cuando entran en la adolescencia le damos la libertad que no nos dieron a nosotros? Será, en consecuencia, que no estamos haciéndolo bien con nuestros hijos.

Realmente, no sé qué será, pero sí sé que hemos pasado de la autoridad más recia y absoluta al total libertinaje. Hemos pasado de cumplir unas normas y que nuestros padres nos la impusieran sin plantearnos desobedecerlas, a que nuestros hijos nos las rebatan e incluso, en algunos casos, a quitarnos toda la autoridad. 

Creo que el hecho de que muchos psicólogos dijeran que no se les podía decir NO a nuestros hijos porque eso les producía frustración y la frustración no era buena para los niños, hemos creado auténticos monstruos. Si a eso le sumamos que porque a nosotros nos faltaron muchas cosas, ahora a nuestros hijos no les queremos negar nada y se lo damos todo, el monstruo a medida que crece se hace cada vez más fuerte porque son muy pocos los valores que se les enseña.

Yo me paso el día con mis alumnos infundiéndoles respeto, contándoles que la vida es dura y que van a tener que esforzarse más porque no les van a regalar nada cuando sean adultos, que deben amueblar sus cerebros con aprendizajes y conocimientos para convertirse en adultos con pensamiento crítico que no sean fácilmente manipulables por líderes que les quieran simples ovejas para que sean parte de un vulgar rebaño al que dominar. 

Soy muy pesada, lo sé, pero también tengo claro que con los pensamientos que tienen con diez años, tales como: "para qué necesito saber sumar si tengo una calculadora que me hace todos los cálculos", "para qué necesito saber escribir sin faltas de ortografía si tengo el corrector del procesador de texto que me lo corrige" o "para qué necesito aprender eso si voy a ser un jugador de futbol famoso y voy a ganar muchísima pasta"; mi futuro como pensionista está más que vendido. 

Cada vez que me sueltan una perlita de este tipo, intento hacerles ver la necesidad de saber, de aprender, de formarse y de tener recursos propios para hacer frente a la vida y sus obstáculos, recursos que ni una calculadora, ni un ordenador se lo van a dar. Y lo único que recibo a cambio es: oídos sordos. Sí, sí, como lo he escrito: las nuevas generaciones NO ESCUCHAN. 

Ya puedes demostrarles que por no escuchar ha tenido una consecuencia y ha suspendido una prueba o se ha quedado sin jugar al futbol en el patio o no ha entregado una tarea a tiempo con el consiguiente suspenso de esa actividad, más charla de su tutora,  o, simplemente, se ha quedado sin hacer una excursión.

No escuchan cuando explicas algo, ni siquiera cuando lo que estás contando es algo interesante que van a tener que hacer en el proyecto del aula. Da igual. Ellos están a lo suyo, a hablar con su compañero de la batallita que le quiera estar contando; o mirando a las musarañas, animalitos que deben estar por todas partes en clase porque son muchos los que los persiguen; o mejor aún, dibujando o coloreando lo que en ese momento se les ocurra. Es decir, hacer cualquier cosa menos lo que les estén pidiendo o escuchar lo que les están diciendo. Pero eso sí, cuando se trata de protestar porque "tú no dijiste eso", son los primeros.

En fin, como digo, creo que jamás cobraré mi pensión de jubilación, eso si no nos hemos extinguido como especie por ese gran individualismo que nos tiene absorbidos; pero eso será un tema que ya trataré más adelante.

Lo que sí tengo claro es que si ese chico hubiera escuchado a sus amigos, quizás, ahora estaría vivo.

04May

Homenaje a la mujer que me dio la vida en su noventa cumpleaños.

El pasado domingo, 30 de abril, fue el cumpleaños de la mujer más importante de mi vida, la que hizo posible que yo esté ahora en este mundo y la que me educó, me vio crecer y convertirme en la mujer que soy: mi madre. Cumplió 90 años.

Me gustaría poder hablaros un poquito de ella, de que a pesar de ser una mujer de apariencia frágil, es mucho más fuerte de lo que ella se cree o lo que le han hecho creer. Cierto es que la vida no se lo ha puesto fácil, sobre todo, porque tanto en su infancia como en su juventud y madurez no se le ha valorado como, realmente, ella se merece.

Mi madre nació en Ciudad Real, en una familia de nueve miembros, siendo ella, por desgracia, la quinta de siete hermanos. Y os preguntaréis, ¿por qué «por desgracia»? Pues bien, porque en la época en la que ella nació, aparte de ser muy patriarcal, especialmente, se consideraba a la mujer muy inferior al hombre y, por tanto, nacía, única y exclusivamente, para ser educada para ser madre y esposa. Si a eso le añadías que por delante de ti, había una hermana mayor y, además, primogénita, y, por detrás, una hermana más pequeña -la que llega casi en la pre menopausia de tu madre-, tenías todas las papeletas para ser siempre el tercero en discordia. Y dejarme que os lo explique mejor.

Mi abuela era una mujer muy sargento, muy estricta y muy poco cariñosa con sus hijos, que tenía dos ojitos derechos: su hija la primogénita y su hija la pequeña; siendo el resto de sus hijos varones los que tuvieran que forjarse un futuro, pero ¿qué pasaba con esa hija que quedaba en medio? Pues pasaba que tenía que ser la última para todo. Si había que estrenar un vestido, primero, tenía que hacerlo la hija mayor y después la pequeña, mientras que mi madre heredaba los vestidos que sus hermanas iban desechando. Si había que casarse, primero iba la primogénita y después la pequeña, estrenando ambas vestido de novia blanco; sin embargo, la tercera en discordia debía de esperar a que sus hermanas dieran el sí quiero primero, para después poderse casar ella con el vestido heredado de su hermana pequeña al que, tras hacerle unos pequeños arreglos, modificarlo lo suficiente como para parecer distinto.

Mi madre pasó su adolescencia cuidando de su hermana pequeña y su juventud cuidando de los hijos de su hermana la mayor. Cuando tuvo su primer pretendiente, mi abuela le obligó a rechazarlo porque ¿no pensaría que se iba a casar ella antes que su hermana la mayor? ¡Por encima de su cadaver! Cuando tuvo un trabajo, mi abuela intentó que la echasen de dicho trabajo porque «no era digno para una moza virgen y casadera como ella»; sin embargo, su hermana mayor pudo trabajar de maestra hasta que se casó y su hermana pequeña de dependienta, la misma profesión que ejercía mi madre, aunque para ella no era tan indigno.

A todo esto, mi madre fue una mujer adelanta a su tiempo por obligación, no por decisión propia, ya que se casó con 36 años; cuestión que en aquella época era totalmente impensable porque si no te casabas tras la mayoría de edad, cumplidos los 21 años, o incluso antes, las posibilidades de hacerlo bajaban considerablemente, y, a medida que iban pasando los años, ya ningún hombre te quería porque eras muy vieja para ser madre y solo te quedaba ser una solterona fea y amargada. A pesar de que mi madre iba camino de convertirse en ello, apareció mi padre para «salvarla» de quedarse así.

Como habrás leído he puesto la palabra «salvarla» entre comillas porque, precisamente, más que una salvación fue una condena. Seguro que estarás pensando cómo es posible que diga eso de mi padre; muy sencillo, soy realista y, aunque le quise mucho, desde que tuve uso de razón supe que mi padre no era ni buen marido ni buen padre. Mi padre era un ser egoísta, con un genio de mil demonios, cabezón y con el que no se podía razonar; pero eso no era lo peor, lo peor era que tenía adicción al juego. Imagínate la bomba explosiva que era mi padre para una mujer que ya su madre se había encargado de destrozarle la autoestima y que se creía que no valía para nada. Realmente, no fue de mucha ayuda, ¿verdad?

Mi padre no sólo le dio muchos sinsabores económicos, teniendo mi madre que pedir dinero prestado para llegar a fin de mes o pagar la letra del piso, o bien pidiéndole a las vecinas que no tirasen la ropa de sus hijos, sino que se la dieran a ella para que nosotros la pudiéramos usar. Le dio más disgustos que alegrías, pero lo que es peor la machacó psicológicamente hasta la saciedad. Sí, como estás leyendo, mi madre ha sido toda su vida una mujer maltratada psicológicamente: primero por su madre y después por mi padre; aún así, y aunque ella no lo crea, ha sido una mujer fuerte que ha luchado por sus hijos y por sacarlos adelante; ha tenido que tomar decisiones muy duras, como aquella vez que decidió cerrar la puerta de nuestro piso de Madrid, para irse a vivir a Málaga, donde mi padre estaba trasladado, y así evitar que mi hermano cayera en la heroína, esa maldita lacra que destrozó a muchos jóvenes y sus familias en los años 80. Gracias a eso, mi hermano se alejó del entorno que le estaba arrastrando a las profundidades de la adicción y, probablemente, del SIDA. Porque sí, en aquella década, esa enfermedad apareció con mucha fuerza y los drogadictos eran blanco fácil de contagiarse al compartir las jeringuillas con las que se inyectaban la droga. Se puede decir que mi madre, sí salvo a mi hermano. También tomó otras decisiones no tan correctas, pero ¿quién en esta vida siempre sabe decidir bien o no cometer fallos en sus decisiones? Nadie. Absolutamente, nadie.

Esta es la historia de mi madre, la que el domingo cumplió noventa años de una vida llena de sinsabores y con pocas alegrías. Casi me atrevería a decir que las únicas alegrías que ha tenido han sido: el nacimiento de sus hijos y sus nietos, y ver que tanto mi hermano como yo nos hemos convertido en dos personas de provecho; pero también me atrevo a decir que esa vida que le han obligado a vivir -piensa que la época en la que nació, a las mujeres no se las motivaba para ser independientes y valerse por sí mismas, y que solo las más valientes rompían con ese yugo, mientras que el resto lo aceptaba como algo que era lo normal y lo que tocaba- le ha convertido en una mujer que, ahora que puede, no sabe ser feliz. No sabe valorar los momentos dichosos, como la comida del domingo donde sus hijos y nietos la agasajamos con regalos y le cantamos el cumpleaños feliz en una restaurante; no sabe disfrutar de su vida independiente porque sigue fingiendo que no sabe hacer las cosas sin que antes alguien le dé el visto bueno; no sabe valorar el amor que le damos, aunque ciertamente no seamos mucho de decírselo, pero sí de demostrarlo tanto sus hijos como todos sus sobrinos y los pocos hermanos que le quedan, porque nunca se ha sentido querida; no sabe, en definitiva, ver las cosas buenas de la vida. 

Por todo ello, su cerebro busca cualquier excusa para estar amargada, triste, decaída, sentirse que no tiene suerte y que solo las cosas malas le pasan a ella; sentirse una inútil que no debería de seguir en este mundo y que mejor Dios se la lleve ya consigo; sentirse menospreciada, infravalorada; sentirse que no vale para nada. 

Gracias a lo bien -léase con ironía- que le ha tratado la vida y a que ahora su cerebro empieza a perder facultades y a olvidar muchas cosas, ella, mi madre, mi querida madre, esa mujer a la que debo tanto, se olvidó de ser feliz.

¡FELIZ 90 CUMPLEAÑOS, MAMÁ!

28Apr

¿Quién soy y qué pretendo?

Bueno, pues aquí estoy, intentando crear mi primer blog. Tengo que reconocer que soy lo más inexperta que pueda haber en la tierra en estas cuestiones, pero, para mi propia ventaja, suelo aprender rápido. 

Seguramente, me pase muuuuuuchos días cambiando y probando todo lo que se me ofrece en este sitio para hacer mi mejor blog -pruebas y cambios que haré sin supervisión ninguna ni consejo-, aunque eso es lo que menos me importa, porque tengo un pequeño problema y es que me gusta mucho «toquetear» teclas y probar aquí y allá. 

Igualmente, me gusta mucho escribir... bueno, más bien, hablar. Soy una especie de cotorra que cuando se pone nerviosa tiene algo de incontinencia verbal, pero esa misma incapacidad para saber cuando callarme, me ha llevado a escribir y a poner sobre un papel -llámese en estos momentos procesador de texto de un ordenador-, todas esas historias que mi maravillosa imaginación es capaz de crear. 

Realmente, siempre he creado historias en mi cabeza, desde muy pequeña, pero nunca me había planteado escribirlas y mucho menos querer que las lean otros. Sin embargo, hace ya más de veinte años escribí mi primera novela, algo básica y con una historia bonita, pero para nada bien contada, que dejé abandonada y pasó de disco duro a disco duro -por suerte no se me perdió nunca-, hasta que veintidós años después decidí retocarla. En todo ese proceso, creé otras novelas que corrieron la misma suerte, hasta que un día, tras escribir una novela que más que un libro parecía la biblia (por lo extensa que era, entiéndase), decidí que quería que otras personas las leyeran.

Es por esta decisión y por el mundo que empecé a conocer, hace tres años cuando publiqué mi primera novela romántico-erótica; un mundo complicado y difícil el de la auto publicación, autoedición y editorial, al que poco a poco me voy adaptando y que con todas estas herramientas tan maravillosas como las redes sociales y este tipo de blogs; me he tenido que tirar al ruedo y coger el toro por los cuernos. No sé si me llevaré una buena estocada, pero lo que sí sé, es que disfrutaré haciéndolo. 

Por ello, os invito a quedaros conmigo y a ir conociéndome un poquito más cada vez que os hable de mí y de mis cosillas; a disfrutar de mis relatos y, especialmente, a saber de mis novela. 

¡BIENVENIDOS/AS A MI ESTANTERÍA!